Los fundamentos que no pueden faltar
En el discurso pedagógico vigente en cada época, irrumpen cada tanto ciertos conceptos o ideas que se nos presentan con un alto grado de importancia y por consiguiente, imprescindibles de considerar en nuestras propuestas de enseñanza; aunque no siempre es claro para nosotros, docentes, cómo debemos implementarlos.
Tal es el caso de la integración. ¿Quién podría desconocer que es importante favorecer la integración de los contenidos? En esta, como en tantas otras cuestiones, los docentes sabemos que es fundamental plantear una enseñanza que promueva la integración de los contenidos escolares.
Para ejercer un verdadero rol de profesionales de la educación, es pertinente profundizar y analizar las razones o los fundamentos teóricos por los cuales estos supuestos se han tornado esenciales en la práctica educativa; y no incurrir en la repetición de conceptos o criterios pedagógicos que formularon otros sin terminar nosotros mismos de asimilarlos.
Integrar los contenidos surge como una necesidad al replantear la práctica de la enseñanza.
Una propuesta pedagógica basada en la integración de los contenidos disciplinares nos exige entonces un desafío como educadores e implica necesariamente una diferencia profunda en la concepción de la enseñanza y del aprendizaje tradicional. O tal vez, la cuestión surja en sentido inverso: al mirar en forma renovada cómo aprenden los alumnos y lo que nosotros creemos que debe ser la enseñanza, surje como necesidad integrar los contenidos.
Cabe aclarar a esta altura que cuando nos referirnos a la integración, lo hacemos en dos sentidos. Por un lado, la integración concebida en un sentido vertical, es decir las conexiones de los contenidos curriculares de una misma disciplina. Por el otro lado, la integración concebida en un sentido horizontal, es decir, las conexiones de los contenidos curriculares de diferentes disciplinas del mismo curso.
En cualquiera de estos dos sentidos, es imprescindible que como docentes tengamos predeterminado cuáles son los contenidos que estamos pretendiendo integrar. Aún cuando nuestra propuesta no agote las integraciones posibles, sino que funcione como una base para otras integraciones que los mismos alumnos irán logrando en la medida en que sepamos favorecer un acercamiento curioso y creativo al objeto de estudio.
La integración es posible en dos sentidos, vertical y horizontal.
Una enseñanza basada en la integración no descuida otros supuestos de nuestra tarea docente, sino que por el contrario, favorece un aprendizaje basado en la comprensión. Para garantizar la significatividad de los aprendizajes es preciso desarrollar acciones de enseñanza que apunten a que -entre otras cosas- los alumnos puedan establecer la mayor cantidad de interrelaciones posibles entre los nuevos contenidos escolares y los ya adquiridos dentro de la misma disciplina y con los contenidos de las otras disciplinas.
En la medida en que la enseñanza de lugar a que los alumnos logren establecer relaciones entre los nuevos contenidos con los conocimientos ya existentes o con experiencias anteriores, estaremos favoreciendo el aprendizaje significativo basado en la comprensión.
El aprendizaje de un determinado contenido resultará significativo si posee una estructura interna organizada de tal modo que sus partes tengan un significado y se relacionen con otros contenidos de modo no arbitrario. En este sentido, tendremos que tener en cuenta algunas condiciones que deben cumplir los contenidos y las actividades de enseñanza que proponemos para que los alumnos aprendan.
Para que la integración resulte eficaz, debe estar basada en la comprensión.
Las conexiones conceptuales que procuramos promover desde la enseñanza se basan en la consideración del mecanismo de la formación de conceptos en la estructura cognitiva del sujeto que aprende (asimilación y acomodación) y representan además, las vinculaciones que los conceptos científicos poseen entre sí.
Los conocimientos requieren de información (hechos, datos, conceptos) y nuestro esfuerzo docente tendrá que estar centrado en una presentación articulada y no fragmentada de los mismos. En el sentido más estricto, la intencionalidad de un enfoque integrador es la superación de una enseñanza sustentada en la enumeración de datos aislados.
En el caso del aprendizaje de los procedimientos ocurre lo mismo. Se trata de asegurar su inserción en una red de significados más amplia en la estructura cognitiva de los alumnos. Cada procedimiento, entonces, se vinculará con otros ya conocidos.
El tipo de conexiones que propongamos para enseñar procedimientos, como también ocurre en la enseñanza de los conceptos, será fundamental puesto que en la medida en que más vínculos puedan establecer los alumnos, más y mejor podrán "seguir haciendo".
Una enseñanza que promueva la integración de los contenidos resultará más eficaz porque facilita la adquisición de los contenidos de una manera más fluida y rápida, la retención resulta más duradera y la recuperación de lo aprendido se logra de modo más sencillo.
Las ideas que construimos sobre el tema
Como muchas veces se señala, las teorías implícitas que tanto alumnos como docentes hemos construido sobre qué es enseñar y qué es aprender se van reflejando en nuestras prácticas y en nuestras propias maneras de pensar la enseñanza, el aprendizaje y los resultados del aprendizaje (qué enseñar, cómo enseñarlo, cuáles son las modificaciones ha lograr).
En ocasiones, cambiamos nuestro discurso pero nuestras maneras de encarar la enseñanza no se modifican. Dicho de otro modo, lo que decimos no siempre es coherente con lo que hacemos. O bien, la manera y los criterios que ponemos en juego al planificar, al conducir la clase y al evaluar los aprendizajes no dan cuenta de las teorías a las que creemos o decimos adherir.
Para cambiar las prácticas escolares será necesario reflexionar sobre las cosas que hacemos y decimos, desde dónde lo hacemos y cuáles son las teorías implícitas que están reflejando. Juan Ignacio Pozo amplía esta idea al sostener que el cambio de las prácticas escolares implica cambiar las formas en las que los docentes interpretan dichas prácticas.
En este espacio nos limitaremos a puntualizar algunas de las acciones que suele realizarse en la escuela y en el aula particularmente y las que, de alguna manera, reflejan las ideas o las concepciones implícitas que hemos construido sobre el tema que nos ocupa: la integración.