(Continuación)
Existe un fuerte vínculo entre las actitudes
y los valores, por lo tanto será necesario formar actitudes
que reflejen y refuercen dichos valores.
Como se dijo anteriormente, las actitudes son
la concreción y la expresión de los valores.
De manera que la adquisición de valores se logra a
través del desarrollo de actitudes en concordancia
con ese sistema axiológico.
Por otra parte, en lo que concierne al sistema
normativo escolar (y áulico), la adecuación
entre valores, actitudes y normas tendrá sentido en
la medida en que las normas ofrezcan pautas de comportamiento
que guían a los alumnos en su intento en desarrollar
valores y actitudes compartidos en la comunidad escolar. (¿quién
no ha asistido a situaciones reguladas por normas escolares
por demás estrictas y rígidas mientras se proclama
en el discurso institucional la libertad responsable?)
Para aumentar la adecuación de valores,
actitudes y normas se pueden:
-
revisar y discutir las normas y el reglamento
a la luz de los valores e ideales expresado en el PEI
-
hacer a los alumnos las normas que rigen
la convivencia escolar y sobre todo, difundir de manera
explícita los valores que las fundamentan y por
ende, les dan sentido.
-
promover la participación de los
alumnos en la elaboración de las normas que rigen
la vida escolar (o áulica).
No basta con que los responsables educativos
consideren a las normas como adecuadas en relación
con los valores y las actitudes que se quieren formar. Es
deseable que los alumnos entiendan y estén convencidos
de esta adecuación como un paso importantísimo
para el aprendizaje de las mismas.
La enseñanza
de los valores debe convertirse en una práctica efectiva,
con metidilogía y estrategias propias, para que el
aprendizaje de actitudes adquiera la misma envergadura que
el de los contenidos curriculares tradicionales.
Las ideas que construimos sobre el tema
En la práctica educativa no siempre se
suele actuar de manera coherente con el discurso oral. Se
expresan intenciones que no encuentran su correlato en los
hechos.
Al reflexionar sobre la propia práctica,
los docentes advierten que:
-
las actitudes y los valores no fueron
considerados contenidos de enseñanza.
-
no se planificaron acciones didácticas
para el aprendizaje de actitudes como se hizo con otros
contenidos.
-
no siempre se evaluaron los logros de
los alumnos a nivel actitudinal.
-
no se abordaron en clase cuestiones de
orden grupal: conflictos, desencuentros, etcétera
-
las estrategias didácticas de autoevaluación
se enfocaron hacia los contenidos conceptuales únicamente.
-
no se promovieron espacios para encontrar
criterios unificados dentro de la misma institución
en relación con la enseñanza y la evaluación
de actitudes.
-
se ha acotado la enseñanza de actitudes
en la enseñanza de normas y hábitos
Revertir estas cuestiones no es fácil
pero lo cierto es que el dialogo, la autoevaluación
y la reflexión grupal pueden convertirse en buenos
espacios para ponerlas en evidencia y para convertirlas en
objeto de evaluación.
Algunas puntas para trabajar en el aula
Una propuesta pedagógica que procure
la enseñanza de valores supone aquellos de carácter
universal como: el Amor y del que se desprenden otros como
la Verdad, la Rectitud, la Paz. Luego de cada uno de estos
valores surgen todos los demás.
Como se dijo anteriormente, la enseñanza de valores
conduce necesariamente a la enseñanza de actitudes
o a la modificación de aquellas actitudes que no se
corresponden con los valores que se proclaman.
Para una verdadera tarea en equipo, sería deseable
una distribución discutida y ordenada para que cada
docente pueda trabajar con sus alumnos. Una opción
posible es la siguiente:
-
Primer ciclo: saber compartir
-
Segundo ciclo: saber ser solidario
-
Tercer ciclo: saber ser tolerante
y no discriminar
Existen acciones didácticas que asumen
diferentes formatos: talleres, proyectos, espacios institucionales,
etcétera.
Más allá de la metodología
que cada escuela o que cada docente elija al diseñar
las situaciones de enseñanza habrán que considerarse
como factor esencial la creación de un clima en la
escuela y en el aula que favorezca la vivencia de valores
y el desarrollo de la actitudes deseadas así como también
la composición de los grupos: edades, nivel evolutivo,
intereses, de manera que las situaciones que el docente diseñe,
resulten significativas para los alumnos.
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