(Continuación)
Para identificar y producir una tipología
textual es necesario que puedan descubrir que estos constituyen
vehículos para las finalidades que los hablantes ejercen
a través del lenguaje, que esto determina una manera
de organizar y presentar los enunciados y que tienen una función
predominante.
Para aprender a comprender y a producir textos
hay que interactuar con cada variedad textual en particular.
La comprensión y la producción de textos no
son habilidades que se desarrollan independientemente del
contacto con la variedad textual.
Las ideas que construimos
sobre el tema
Sería conveniente repensar
algunas cuestiones generales para revisar cómo
se trabajan y desarrollan las estrategias de lectura
y escritura en la escuela. Algunas de estas afirmaciones
podrían funcionar como disparadores para la
discusión entre colegas:
-
Leer es comprender
el lenguaje escrito, es un proceso de producción
de significados.
-
La lectura
depende de las características del texto
y de la participación activa del lector.
-
Proponer la
lectura y la producción de textos vinculados
a situaciones de la vida real promueve un aprendizaje
más significativo.
-
Enseñar
a los alumnos a aproximarse a los textos a partir
de "pistas" que éstos ofrecen facilita
la comprensión y agiliza la producción.
Por ejemplo: paratexto, superestructuras textuales,
etcétera.
-
Analizar las
estrategias que utiliza el autor, las secuencias,
la forma en que progresa la información permitirá
a los alumnos obtener una representación
mental del texto como un todo coherente.
-
Cada tipo
de texto organiza la información de una manera
particular.
-
Para alcanzar
la comprensión de textos es necesario utilizar
estrategias en forma consciente y activa.
-
El concepto
de hablante competente nos hace revisar las prácticas
orales en la escuela, puesto que ya se sabe que
los alumnos tienen más dificultades de llevar
adelante ciertas intervenciones orales más
complicadas, como realizar una exposición
oral, hablar en público, leer en voz alta,
etcétera.
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Algunas puntas para la tarea
en el aula
La enseñanza
Si tomamos la enseñanza de estas competencias basadas
en los ejes de la lengua: hablar, escuchar, leer, escribir,
deberíamos tener en cuenta algunas cuestiones.
-
Hablar en la escuela es
un quehacer que atraviesa todas las áreas disciplinares
e implica poner en acción dos habilidades: escuchar
y hablar. Escuchar es comprender un mensaje, para lo cual
se pone en marcha un proceso de construcción de
significado. Hablar es expresarse de manera clara y coherente
teniendo en cuenta la situación comunicativa que
se atraviesa.
Para lograr dichos propósitos sería importante
crear situaciones en las que los alumnos puedan:
-
participar de redes variadas de comunicación
con uno o más interlocutores, con pares, con
adultos, en parejas, en grupos pequeños o en
grupo total. Esto les permitirá desempeñar
diferentes roles y desarrollar diferentes estrategias.
-
expresarse de manera individual y
que se haga efectivo en clase el derecho a la palabra.
-
participar de situaciones de conversación
relevantes para el grupo.
-
Leer es un proceso de construcción
de significados que implica un conjunto de destrezas que
utilizamos de una manera u otra según la situación.
No se leen igual una novela, una carta, un diario, etcétera.
Además existen diferentes finalidades de lectura:
por placer, para obtener información, entre otras.
Los alumnos, a medida que avanzan en su escolaridad, se
enfrentan con textos expositivos o explicativos y textos
argumentativos, y crece también la necesidad de
que los puedan comprender y producir.
Un buen trabajo que implique el desarrollo de competencias
comunicativas consiste en ofrecer oportunidades para que
los chicos tomen conciencia de las estrategias que como
lectores se ponen en juego en cualquier acto de lectura.
Por ejemplo:
- identificar los objetivos del autor constituye
un buen camino para la anticipación y formulación
de hipótesis lectoras. Una manera de hacerlo
es promover en los alumnos una interacción
con el texto mediante algunas pistas que los ayuden
a determinar el tema, la progresión temática
y. el comentario. Las preguntas orientadoras podrían
ser las siguientes: ¿De qué trata
el texto? ¿Continúa hablando de lo mismo?
¿De qué nos está hablando ahora?
¿Qué se dice de este tema?;
- determinar el objetivo del texto. SI se trata de
textos argumentativos, es fundamental que los alumnos
logren reconocer que este tipo de discurso tiene como
finalidad persuadir al destinatario. El autor argumenta
para convencer y busca involucrar al lector invitándolo
a la reflexión;
- anticipar el contenido de un texto a partir del
trabajo con los paratextos: títulos, subtítulos,
tapa, contratapa, prólogo o prefacio, índice,
bibliografía, aspectos gráficos, etcétera;
- identificar la información relevante en
los textos determinando su secuencia. Por ejemplo,
si se trata de textos expositivos, determinar la situación
en la que se inscribe el problema (presentación),
el tema a desarrollar (planteo), la información
(explicación) y la conclusión;
- encontrar la secuencia argumentativa utilizada
por el autor que se propone convencer o persuadir
al lector en los textos argumentativos. Nos referimos
con ello a la introducción, la argumentación
y la conclusión.
- determinar conceptos centrales del texto que operan
como palabras clave y orientan en la comprensión
general. Para señalizarlos se pueden utilizar
elipsis;
- reconocer la superestructura textual es otra de
las pistas para favorecer la comprensión del
texto. Siempre hay una manera de organizar la información
que predomina. Se distinguen cinco superestructuras
textuales: descripción, secuencia o colección,
causal, comparación, problema-solución;
- identificar macrorreglas como la omisión,
la selección, la generalización
y la construcción. Éstas permiten
al lector individualizar y distinguir unas ideas de
otras y, además, establecer una relación
jerárquica entre ellas. Es el lector el que
le otorga significado y unidad al texto. Al desentrañarla,
se puede reducir la información a un número
manejable de ideas. Por ejemplo: partir de un texto
y suprimir lo que se considera propiedades habituales
o normales del hecho global (omisión), escoger
la oración que expresa la proposición
temática (selección), reemplazar un
conjunto de conceptos incluidos en una o más
oraciones por otro concepto más general (generalización),
sustituir una secuencia de oraciones por otra absolutamente
nueva implicada en ellas (construcción).
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