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-EGB 1-
Texto, lector y comprension lectora
 
 
 

Lectura:
“Fut ro yo pedrí el folo en el sulón. Socré un ban velo. El banso estaba cantamente linendo y lo drinó.
Una Tana docia y un Tano docio estaban plinando a mi endidor. Estaban mesando atamente …”

Preguntas:
- ¿Qué pedrió Fut ro?
- ¿En dónde pedrió el folo?
- ¿Quiénes estaban plinando?
- ¿Mesaban atamente o dadamente?

 

Luego de leerlo, observe, en primer lugar, si comprendió el texto, si pudo contestar las preguntas y si el ejercicio de responder las preguntas colaboró en la comprensión.

¿Qué reflexión le merece esta actividad y qué relación puede establecer con los ejercicios de comprensión que se suelen plantear en la escuela?

La selección del material textual debe basarse sobre sólidos principios pedagógicos y estrategias didácticas que permitan al lector incipiente familiarizarse con el texto y que, además, lo incentiven a encontrar el sentido de lo que lee.

Algunas puntas para la tarea en el aula

Si promover y mejorar la comprensión lectora forma parte de la enseñanza y de nuestra tarea como educadores, además de seleccionar textos adecuados para el nivel, también debemos realizar la propuesta de estrategias. Algunas de ellas pueden ser las siguientes:

  • Activar ideas previas

Es importante activar los conocimientos previos adquiridos en años anteriores, en diferentes áreas o aquellos conocimientos que se alcanzan por medio de las experiencias sociales, fuera del límite de la escuela.

Por ejemplo, si el texto que van a leer los alumnos se refiere a la alimentación, el docente puede dedicar primero unos minutos a presentar el tema o realizar algunas preguntas disparadoras que hagan pensar al alumno, al modo de: ¿Por qué alimentan los alimentos? ¿Qué ocurre cuando ingerimos alimentos?, etcétera.

Otra actividad posible consiste en realizar un comentario sobre el contenido de los diferentes apartados del texto antes de comenzar con la lectura, u orientar a los alumnos para que lean los títulos de los apartados y que puedan anticipar el contenido de dichos apartados. Esta práctica constituye una buena estrategia prelectora.

  • Aclarar la finalidad de la lectura

Como es sabido, existen distintos tipos de lectura, y cada una con su propia finalidad, objetivos, estrategias y modos, por lo que no tiene sentido pensar en una única regla sobre cómo se debe leer.

Se pueden utilizar estrategias para buscar una idea global del texto, una información determinada, contrastar una suposición o identificar ideas principales. De hecho, no se lee el periódico con la misma meticulosidad que la que se utiliza para comprender las reglas de un juego o un texto instruccional.

Un buen lector es aquel que maneja diferentes estrategias de lectura según los distintos objetivos que se propone.

De ahí que lo que puede enseñar el docente es el hacerse preguntas acerca del para qué de la lectura.

  • Hacerse preguntas

Es posible desarrollar la capacidad metacognitiva de toma de conciencia de la comprensión del texto con la utilización del autocuestionario.

Diversas investigaciones experimentales han demostrado que, si enseñamos a los a niños que se formulen preguntas durante la lectura, éstos mejoran significativamente la comprensión.

Por ejemplo: ¿A qué se refiere este párrafo?, ¿qué es lo que no entiendo?, o ¿qué es lo que he leído hasta aquí?

  • Subrayar

En el caso de los textos expositivos, el lector utiliza diferentes estrategias para poder “meterse” en ellos, con el fin de comprender más y mejor la información.

“El subrayado tiene que estar dirigido por los objetivos de la lectura, puesto que no existe una forma mecánica y única de realizarlo. Se convierte en una buena técnica cuando el lector es sensible a la importancia de las ideas, y esto requiere saber situarlas en el ámbito global de la lectura. Mucha gente, al no haber captado ese marco, subraya ideas parciales e inconexas. Por eso, o no se subraya en la primera lectura o, al menos, se toman como unidades de lectura fragmentos significativos, como la página o, como mínimo, el párrafo”.

Tal vez el subrayado sea el procedimiento más recurrente entre los lectores. Si bien es una técnica que suele enseñarse a partir del segundo ciclo, a los alumnos del primer ciclo pueden comenzar a planteárseles actividades del tipo: Subrayá la oración (o la frase o la parte del texto) que mejor explica… ¿Por qué elegiste esa parte?, etcétera.

  • Realizar cuadros, diagramas

A menudo, la estructura del texto considera dos variables; en tales casos, entonces, es posible usar cuadros de doble entrada para organizar y comprender la información. Esta técnica puede utilizarse tanto en textos expositivos como en textos narrativos.

Por ejemplo, en un cuento los alumnos pueden ubicar la información más significativa en un cuadro que contenga, en una parte, los personajes protagónicos y, en otra, datos como su aspecto físico, su manera de ser, sus acciones, etcétera. Lo mismo para un texto que contenga información sobre determinado tema. De hecho, esta estrategia es muy utilizada para la comparación.

Los diagramas son útiles si se desea hacer hincapié en las relaciones entre las ideas o elementos de un escrito. En los textos que presentan una sucesión temporal, se pueden utilizar diagramas lineales. Es el caso de los textos instruccionales, en los que el orden en que se ejecutan los distintos pasos es esencial para llegar al objetivo.

Cuando las relaciones requieren más dimensiones, cabe recurrir a diagramas del tipo arbóreo. En los diagramas en forma de árbol, la idea central se plantea en el tronco de lo que representaría el árbol y, en las ramas, las ideas secundarias.

Las redes semánticas y los mapas conceptuales permiten visualizar las relaciones entre los conceptos. En el caso de los mapas, es fundamental la jerarquización de los conceptos, las palabras enlace y la distribución espacial. Es un procedimiento complejo para los alumnos de primer ciclo pero constituye una estrategia que el docente puede utilizar para guiar la comprensión de un texto y, principalmente para los textos expositivos.

  • Buscar el sentido crítico

Partimos del concepto de lector comprometido en la búsqueda de significado en el texto escrito.

Una buena estrategia para el desarrollo de la comprensión y el compromiso del lector con lo que lee, es el planteo de preguntas referidas a los conceptos, temas o problemáticas que se desarrollan en un texto. Deben estar dirigidas a la opinión de los alumnos acerca de lo leído, lo cual implica una toma de posición para el lector.

Esta estrategia puede aplicarse a todo tipo de textos: expositivos, de opinión e incluso literarios (narrativos, dramáticos, etc.); textos que presenten problemáticas sociales y/o individuales, valores, etcétera.

Las preguntas –tanto orales como escritas– resultan un recurso muy valioso para promover la comprensión. Cuando las preguntas son orales, se promueve en el aula un contexto de conversación en el que todos los alumnos pueden participar y, con la colaboración del maestro, construir el significado del texto.

Para finalizar

Comprender es una actividad compleja de construcción del sentido de un texto. En este proceso se coordinan todo tipo de estrategias e índices lingüísticos (contexto, tipo de contextos, superestructuras, marcas gramaticales significativas, palabras, tipos de letras, etc.) además de índices no lingüísticos (ilustración, soporte, tipografía, entre otros), por lo tanto todo ello no debería ser descuidado en las acciones didácticas.

Para terminar, dos cuestiones. La primera es que estas y otras estrategias, diferentes o similares a las aquí planteadas, pueden desarrollarse tanto en la clase de Lengua como en las de otras materias y con los textos o las lecturas propias de cada disciplina curricular.

La otra cuestión tiene que ver con el espacio que se le da al trabajo oral. Es decir, a la posibilidad que se les ofrece a los alumnos de participar en conversaciones e intercambios orales tanto entre pares como con el docente. La participación activa de los niños en la construcción y reconstrucción de relatos promueve el desarrollo de estrategias de comprensión porque, para exponer o explicar los acontecimientos vividos o imaginados, deben, necesariamente, ordenarlos y reflexionar sobre ellos.

Si a toda esta actividad se le suma un trabajo sistemático del docente que incluya el vocabulario de uso, el copiar al dictado los textos producidos por los alumnos para que puedan reflexionar sobre la escritura de las palabras que ellos mismos propusieron, y también el reconocimiento, el orden, la categorización o jerarquización de frases e ideas extraídas de las lecturas realizadas, o proponer otros títulos a los textos que han leído, etc., los alumnos estarán desarrollando buenas estrategias tanto para la lectura como para la escritura .

 

Para ampliar la información sobre este tema:

Gandolfi, Griselda: La comprensión lectora como contenido de enseñanza. Curso a distancia para docentes . Buenos Aires, Santillana, Santillana Docentes, 2002.

La escuela y la alfabetización inicial y avanzada: hacia la definición de proyectos integrales de mejora . Documento elaborado y editado por Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología Secretaría de Educación - Subsecretaría de Equidad y Calidad - Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente. Ciudad de Buenos Aires, septiembre de 2002.

¿Qué tengo que hacer para que a mis alumnos les guste leer? Claves para docentes, en www.santillana.com.ar

Sánchez Miguel, Emilio. Los textos expositivos. Madrid, Santillana, Aula XXI, 1993.

Sanz Moreno, Ángel: La lectura comprensiva y los textos escolares en la ESO . Cuaderno 3, Serie amarilla. Documento editado por el Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra, 2003.

 
 
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