FIRMEZA + ENERGIA + PERSEVERANCIA
DE ESPIRITUS INDOMABLES.
Tal
vez los grandes espíritus no sean sino Uno.
¿Es posible acaso que una mujer todo lo soporte? ¿Es posible que
un hombre todo lo perdone?
Cuentan de ella que nació en un pequeño país. Que su alma
indomable tuvo una vocación. Que siempre la conoció. Que todo
lo abandonó, hasta ser ella misma para convertirse en instrumento de
los más pobres y afligidos. Que quiso
compartir ese dolor, que no hubiera sobrevivido al peor de los castigos: observar
sin actuar.
Cuentan que viajó a la India en busca de aquello de lo que todos huyen
y que allí se quedó. Para siempre...
Dicen que fue indoblegable, que de la debilidad obtuvo la Fuerza, y de la constancia
la Virtud.
Que el cansancio la llenaba de amor y la tristeza de coraje. Sólo al
sentir vitalidad se preocupaba, pues no compartirla la hacía sentir el
más egoísta de los seres e inmerecedora de Dios.
Que dominó el mal y no conoció la vejez. Que sus ojos brillaron
siempre como el primer día.
Que donde se temía el contagio ella contagio caridad y que muchos la
siguieron en su lucha. Que amó a sus semejantes como a sí misma,
pues en su corazón tenía a los demás.
¿Puede explicarse ello acaso? ¿Qué voluntad guiaba a esta
criatura?
Cuenta que él creció en un país sufriente, donde la opresión
y la injusticia reinaban.
Dicen que siempre tuvo esperanza y que sus pequeños ojos aún hoy
recorren el mundo.
Que fue feliz en busca de los hombres, y que por miles de pueblos corrió
La Voz. Que sintió Su calidez y pensó no merecerla. Que cuanto
más recibía más en deuda se sentía.
Cuenta que con perseverancia incansable predicó su Fe, aún en
los mementos más difíciles.
Que no todos lo comprendieron y que el mal se apoderó de un alma. Que
el hombre disparó y encontró su blanco.
Que él sintió desfallecer, que imploró ayuda y escuchó
a la muerte llamarlo.
Pero que dentro suyo oyó que no era su hora. Que despertó.
Que poco a poco recobró sus fuerzas y caminó.
Que no sintió odio hacia el asesino, sino sólo compasión.
Que fue en su búsqueda.
Que en un memento sublime para la humanidad, tal vez el más aleccionador
de los últimos siglos, dejó una enseñanza que perdurará
para siempre: escuchó.
Que sólo ello hubiera bastado. Que por ese sencillo acto humilló
en un instante a toda la Modernidad.
Pero que fue aún más lejos y perdonó.
Que aún sigue viajando, trasmitiendo un viejo mensaje.
Que nada pudo quebrarlo, que de la debilidad sólo obtuvo coraje...
Dicen que un día Teresa abrió sus ojos y se deslumbró:
La Pieta, de Miguel Angel se dibujaba en lo alto...
Cuentan que Juan Pablo durmió como nunca antes aquella noche. Que, al
despertar, el cielo de Calcuta lo sorprendió.
¡Su Santidad!
Teresa se dio vuelta. Un pequeño, famélico y sonriente, corrió
a abrazarla.
¡Madre Teresa!
Juan Pablo avanzó lentamente hacia el balcón. Saludo a su pueblo
y comenzó a recitar el angelus.
No sé que hay de cierto en estas historias. Tal vez sea verdad.
Tal vez Cristo algún día despertó asombrado en una larga
hilera de hombres.
Tal vez vio como avanzaban firmes hacia el castigo implacable. Quizá
se dejó dar un terrible golpe en signos de paz.
Quizá el Mahatma nunca entendió cómo, al despertar, se
encontró en lo alto frente a la multitud. Tal vez miró hacia un
lado y vio al buen ladrón.
Y los ejemplos podrían continuar...
Tal vez sea cierto aquello y los espíritus sean sólo Uno.
Aquel que de la endeblez obtiene firmeza y de la debilidad energía. Que
nunca detiene su marcha. Aquel que es pura Voluntad.
Nicolás Novoa
Universidad del Salvador
Bella Vista, Buenos Aires