Mi mamá

Mamá: tengo doce años y empiezo a comprenderte. Te diferencio de las otras madres como diferencio el blanco del negro. Te volvés una mujer particular, de la que yo conozco las costumbres, y entonces me doy cuenta de que sos la mejor mujer del mundo. Mamá, sos una mujer trabajadora. El trabajo de papá es el que nos da vida y tu trabajo consiste en ordenarla. El ruido de tu tarea es el ruido del tiempo que pasa cada día, con comidas, trabajo y reposo. Querés que nunca nos falte nada.
Yo te veo. Te veo con tu frente alta, de mujer buena. Con tus ojos que lo observan todo. Y con tus labios de madre dulces e inquietos. Te veo con tus cachetes tiernos, donde se hunden mis besos. Veo tus manos, algo rugosas, que la vida ha frotado con todos sus trabajos. Así es como yo te quiero.
Estás sentada frente a la ventana, cosés y pensás. Yo sé bien lo que pensás. Pensás en la camisa que estás cosiendo, en que le debés $0,50 al carnicero. Pensás que a las 17:00 hs. vendrá la tía Manuela. Pensás en ayer, en hoy, en mañana. Y en el tiempo que pasa y atraviesa los sucesos sin que uno se dé cuenta.
Y entonces, mami, ya no sos una buena mujer que cosés y pensás: sos la madre de una niña de doce años a la que verás crecer hasta ser toda una mujercita.

María Lucía Pizarro
Escuela Part. Inc. Nº 1325 "Taller de Nazareth"
Venado Tuerto, Santa Fe