No dejes de sembrar
Has
nacido frente a un erial, por lo tanto deberás sembrar para cosechar.
En cada punto del camino al que arribes, se irán abriendo muchos senderos:
debes elegir el tuyo!
Recuerda que la vida anda ligero; y los días pasan al galope como caballos
desbocados: no los desperdicies.
En el crepúsculo, con el vasto campo adormecido, aprovecha para pensar
en cómo arrancar las espinas del egoísmo que invaden rápidamente
todo terreno sin labrar.
Concentra tu atención en cada acción que realices por insignificante
que parezca.
Que no quede un palmo donde pueda vivir la hierba mala de la avaricia, que suele
secar el alma.
Quita lo rastrero, combate sin descanso las plagas del ocio que no dejan a la
solidaridad hacer su trabajo.
Prende la luz de tu espíritu y enciende el fuego de tu corazón.
Abre tus ojos a la aurora y pide al cielo que derrame su generosidad por el
campo para que florezca la lealtad y fructifique el compromiso, imprescindibles
para una mejor convivencia.
Es tiempo de sembrar: ¡siempre lo es!
Siembra y tendrás la alegría de la cosecha; rastrilla tu tierra
para una buena germinación.
Nada recogerás si antes no dejas caer la semilla del entendimiento y
de la comprensión.
Aprovecha a hacer tu trabajo de día y aléjate de la oscuridad
de la indiferencia.
Ve hacia el parto de la tierra y entrégale lo mejor de ti.
Debes hacerlo con felicidad, los pájaros te acompañan y alegran
con su canto la mañana de la vida.
Con el arado abre nuevos surcos para que crezca ese espíritu solidario
tan necesario.
Ten paciencia y podrás ver como se agranda el campo de la amistad.
Es una tarea pesada, no dejes que crezca el germen del desánimo y corte
esa energía que de continuo debe brotar.
Cuida tu cultivo, en él pueden prosperar fácilmente las engañosas
presunciones de la vanidad.
No todos siembran con buena intención, ni hacen su labor con humildad.
No dejes que invadan tu predio.
Avanza firme y serenamente por el sendero, cuidando de no pisotear los pequeños
brotes de concordia y hermandad.
Mantén siempre tu mano abierta para que puedan recoger de ella los más
necesitados.
Suele haber períodos de sequía, en donde las plantaciones crecen
poco, muy débiles o torcidas.
Esmérate para salvarlas, únete a otros y ayúdenlas para
evitar su caída. Vale la pena.
A veces, un temporal puede arrasar con tus sembrados. No te amilanes. Abre las
alas que tienes plegadas en tu corazón y vuelve a sembrar con esperanza.
No olvides nunca que esas plantaciones de amor purifican el mundo y tu espíritu.
¡Levántate sembrador:
Es hora de que comiences tu tarea!
Romina
Centioni
Universidad de Flores
Capital Federal