La Familia, la razón de ser
El
amor motivo universal y eterno... Dos personas que tienen un proyecto común,
planifican juntos su futuro en una vida compartida, teniendo como base el amor.
En ese lazo afectivo la familia comienza a germinar. Poco a poco, día
a día, los pequeños brotes van tomando forma y realizan un enorme
esfuerzo, para mantenerse en armonía.
Esos brotes, los hijos, necesitan a lo largo de su crecimiento muchos fertilizantes
para mantener el buen funcionamiento, un poco de cariño... una pizca
de ternura... un puñado de confianza... sinceridad... y sobre todo, respeto
mutuo y comprensión.
La familia nunca concluye su trabajo, ya que una vez que logró que esos
brotes tengan la fuerza suficiente, debe agregarle tolerancia, solidaridad,
honestidad, amistad...
Esa amistad nos permite aplicar esos valores que nos transmitieron desde pequeños,
para poder conectamos con personas afines a nuestros sentimientos; logrando
así nuevas combinaciones de afecto, haciendo que cada uno reaccione responda
o sienta como solo él puede hacerlo.
En la vida, también, suele ocurrir que los disgustos y pesares sean más
frecuentes que los gustos y satisfacciones. Pero ahí está el triunfo
verdadero de la familia, lograr que el cariño y el amor no se alteran
por las sucesos del tiempo ni por otros circunstancias, perdurando siempre,
aún cuando parezca que esos sentimientos se van entibiando.
El éxito familiar también consiste en que ciertas actitudes como
la hostilidad, el odio o el resentimiento, no se antepongan a los afectos positivos,
logrando así la armonía en el núcleo de una familia.
Seguridad, comprensión, y un crecimiento normal, modelando mi personalidad
es el bien más preciado que recibo de mi familia.
Se muy bien que este pequeño nido, el corazón de mi familia contiene
una alegría inagotable y que la tierna atadura de los lazos familiares
es infinitamente más dulce que la libertad...
Lucas Quinteiro
Colegio San Juan Evangelista
Capital Federal