Hemos tenido oportunidad de conocer, en forma reciente, el informe de una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Médicas del Sueño a 1.100 alumnos, que asisten a escuelas secundarias porteñas y del Gran Buenos Aires.
Los datos obtenidos muestran un déficit promedio diario de dos horas de sueño, de lunes a viernes, en los jóvenes entre 12 y 19 años. El 80% de los encuestados duerme menos de ocho horas diarias y uno de cada cuatro duerme menos de seis horas diarias. El promedio general es de 7 h 10' por día.
La mayoría señaló que de lunes a viernes se acuesta a la medianoche o después; y el 65% se levanta a las siete de la mañana o antes. En general, se destaca un desajuste entre el momento de ir a la cama, que es más elástico, y el levantarse para ir a la escuela, que es inflexible. Los días feriados y durante las vacaciones, estos horarios se estiran: suelen dormir de 12 a 18 horas diarias.
Los alumnos encuestados admiten que por la falta de sueño presentan: una disminución en su rendimiento escolar (23%), dificultades para concentrarse y prestar atención en clase (44%), problemas para hacer las tareas escolares y estudiar (53%).
Del informe surgen hábitos y actividades que no favorecen el sueño y que realizan los alumnos encuestados antes de ir a dormir y, en muchos casos, cuando ya están en la cama: mirar televisión, escuchar música, jugar con la computadora, chatear, enviar y recibir mensajes escritos por el teléfono celular. En lugar de ir a dormir temprano se quedan “pegados” a Internet, a los videojuegos y a los programas televisivos. Se duermen con el televisor encendido, con los walkman en la oreja o escuchando música.. En las habitaciones de muchos adolescentes de clase media hay equipos de música, televisor o computadora: 7 de cada 10 tienen equipo de música en su dormitorio; y 5 de cada 10, un televisor y/o una computadora.
Los investigadores señalan que por los cambios fisiológicos, hormonales y mentales, los adolescentes deberían dormir no menos de 9 horas diarias; es decir, más horas de las que necesitan los chicos entre los siete y los once años y los adultos.
La deuda o falta de descanso nocturno se acumula y en algún momento se paga: déficit de concentración; problemas de aprendizaje, aplicación y rendimiento escolar; malhumor, irritación y brotes de violencia; casos de hiperactividad diurna.
Con frecuencia la falta de descanso nocturno se debe a hábitos de nuestra sociedad en su conjunto, pero en otras ocasiones existen situaciones médicas que dificultan el adecuado descanso durante el sueño. Estudios recientes han demostrado que en aquellos niños y adolescentes que roncan durante la noche, el rendimiento escolar puede verse afectado, como consecuencia de que su sueño se ve interrumpido.
La nocturnidad creciente de los chicos y jóvenes es la expresión de ciertos cambios producidos en los hábitos y costumbres de nuestra sociedad en los últimos años: horarios de trabajo flexibilizados, postergación en la hora para cenar, varios días de la semana con programas de televisión (de los llamados “fuertes”) que finalizan cerca o después de la medianoche, Internet con servicios de tarifas reducidas.
Algunas recomendaciones de médicos y especialistas
- Consultar con el médico si el sueño es irregular o hay ronquidos, para descartar cualquier causa orgánica.
- Para los adolescentes, por sus necesidades fisiológicas y mentales, dormir no menos de 9 horas diarias.
- Evitar las siestas prolongadas y en las últimas horas de la tarde, porque retrasan la conciliación del sueño nocturno.
- Desarrollar rutinas que puedan favorecer la adquisición de hábitos para el sueño ordenado:acostarse y levantarse a la misma hora, leer antes de dormir.
- No es aconsejable comer, mirar televisión, usar la computadora y los videojuegos, escuchar música con los walkman en la cama.
Prof. Jorge Ratto
Director EGB - Escuela Argentina Modelo
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