En una reciente investigación realizada por la UNESCO y la OCDE (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo) entre estudiantes de 15 años de 41 países, sobre comprensión de contenidos en el campo de las Ciencias, los argentinos ocuparon el puesto 37.
Es posible que una de las razones más poderosas de esta deficiencia, sea el debilitamiento en la preocupación por la comprensión, tanto en el nivel de enseñanza como en el de aprendizaje.
En líneas generales, la enseñanza y el aprendizaje conforman una rutina: se presenta y acumula información y se trata de memorizarla (retención mecánica) hasta el momento de alguna evaluación. El resultado es un conocimiento frágil y un pensamiento pobre (Perkins, 1992), un conocimiento sin comprensión, con escasas posibilidades de transferencia a nuevos y diferentes contextos de aprendizaje. Como señala Perkins: "Si los estudiantes no aprenden a pensar con los conocimientos que están almacenando, dará lo mismo que no los tengan". Se trata de un conocimiento inerte que no se aplica en la resolución de problemas o en otras actividades, que después de un tiempo desaparece de la mente de los alumnos, un conocimiento que no puede ser recuperado.
El conocimiento sin comprensión se genera cuando se reproducen acciones sin sentido y sin significado, cuando se aprende de manera ritual.
Cuando se enfatiza la acumulación de conocimientos y la transmisión de información; cuando la evaluación se orienta hacia la mera repetición de conceptos; cuando se prioriza la capacidad sobre el esfuerzo, como fuente para superar las dificultades de aprendizaje, estamos configurando una enseñanza de las Ciencias que no favorece la comprensión; por el contrario, contribuye a la construcción de un conocimiento frágil (inerte y ritual) y a un pensamiento pobre.
Todas estas formas que asume el conocimiento en el nivel escolar demandan revisar cómo y qué le enseñamos a nuestros alumnos, cómo y qué aprenden nuestros alumnos.
Si realmente deseamos favorecer una buena comprensión de los contenidos de Ciencias, es necesario conformar un nuevo enfoque para su enseñanza, que redefina la concepción que se tiene acerca de los procesos de aprendizaje y sobre el modo en que podemos facilitar la producción de estrategias de pensamiento.
Un aprendizaje genuino de las Ciencias debería estar centrado en la comprensión de los modelos científicos y las explicaciones que con ellos los estudiantes son capaces de dar sobre los fenómenos. Sería importante seleccionar temas relevantes, accesibles y adecuados para generar actividades de comprensión y promover posibilidades de vinculación y extrapolación. La presentación de los temas debería plantearse respetando la organización y la estructura lógica del conocimiento científico, evitando la fragmentación de los contenidos en unidades inconexas y disociadas, que impiden poner el énfasis en las relaciones necesarias para integrar los saberes y favorecer la comprensión. Una cuestión central a tener en cuenta, en torno a la intervención del docente, sería establecer relaciones entre lo que el alumno aprende y lo que ya conoce (ideas previas).
Los significados que construye el alumno son el resultado de una serie de interacciones y vinculaciones para la comprensión de una realidad compleja. Esto significa, generar propuestas didácticas que involucren diferentes vías de acceso al conocimiento científico para alcanzar niveles superiores de comprensión y el uso activo del conocimiento.
Otra cuestión a tener en cuenta estaría relacionada con la disposición y actitud para aprender: ofrecer a los alumnos oportunidades razonables para aprender a través de fuertes motivaciones intrínsecas y extrínsecas. Procurar que el alumno quiera aprender requiere tanto del esfuerzo por hacer los contenidos interesantes como de procurar un clima escolar donde tenga sentido aprender.
Finalmente, promover actividades de comprensión implica desarrollar competencias que le permitan al alumno conocer y operar con ese conocimiento: explicar, ejemplificar, aplicar, justificar, comparar y contrastar, contextualizar, generalizar. Por ejemplo:
- Explicar con palabras adecuadas las leyes de reflexión de la luz.
- Ejemplificar las leyes de reflexión de la luz en situaciones de la vida cotidiana.
- Aplicar las leyes de reflexión de la luz en la construcción y el funcionamiento de un periscopio y caleidoscopio.
- Justificar con otras pruebas las leyes de reflexión de la luz (variaciones del ángulo de incidencia).
- Comparar y contrastar la reflexión de la luz con las leyes de refracción de la luz.
- Contextualizar: ¿Por qué son importantes las leyes de reflexión de la luz en el contexto de las Ciencias?
- Generalizar: ¿Qué principios generales se desprenden de estas leyes?
Prof. Jorge Ratto |