Tiempos de desesperanza

Hacia 1816, la causa de la independencia estaba perdida en casi toda América. Fernando VII regresó al trono de España en diciembre de 1813 y a partir de entonces se dedicó a recuperar, con éxito, las colonias desde México a Chile. Sólo el Río de la Plata resistía precariamente el avance realista, sin haber logrado tomar el control del estratégico Alto Perú (hoy Bolivia) cuyas minas de plata eran vitales para la financiación de la guerra. La situación no podía ser más crítica.

Todo a pulmón

José de San Martín, joven capitán del nuevo ejército americano, asumió entonces la gobernación de la intendencia de Cuyo y empezó a preparar una campaña cuyo objetivo era romper el cerco a la par que liberar a otras tierras junto con la nuestra. La fuerza de su sueño y de su empresa arrastró a la población cuyana que trabajó a su par sin descanso para transformar a 7000 hombres en soldados y ponerlos en pie de guerra. Los hombres se entrenaron, prepararon los equipos, fundieron hasta las campanas de las iglesias para hacer cañones; las mujeres cosieron uniformes, bordaron la bandera y, para financiar la campaña, donaron desde sus joyas hasta los cubiertos de plata: todo fue registrado por un escribano a pedido de San Martín con el propósito de que la Patria pudiera devolverles sus bienes en mejores tiempos.

Para cumplir con su primer gran objetivo, liberar a Chile, debía cruzar con sus hombres una de las cordilleras más altas del planeta sin que sus movimientos fueran advertidos por los españoles. Tuvo cantidades de colaboradores tan capaces como silenciosos. Álvarez Condarco, por ejemplo, poseedor de una memoria privilegiada, recorrió los Andes por distintos pasos y a su regreso en Mendoza levantó con total precisión el mapa de los pasos cordilleranos que luego atravesaron los ejércitos.

"Seamos libres..." por pura determinación y coraje

San Martín necesitaba ir al frente de un ejército de hombres libres que lucharan por una nación independiente, por lo cual instaba una y otra vez a Godoy Cruz, diputado mendocino al Congreso de Tucumán, a declarar la independencia. Éste le escribía acerca de la magnitud de las dificultades que enfrentaban, a lo que San Martín respondió en carta del 12/4/1816: "Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas". Las circunstancias no podían ser más desfavorables, era cierto, sin embargo: ¿en nombre de qué nación se hacía la guerra? ¿cómo ir a luchar contra España sin la clara enunciación de no ser más su colonia?

El 9 de julio de 1816 los fundadores de la Patria declararon por ellos y por nosotros la decisión de ser libres e independientes, a pura determinación y coraje, en una situación política, económica y estratégica extremadamente comprometida y en contra de la voluntad de una de las potencias más poderosas del mundo. Así nacieron las Provincias Unidas de la América del Sur. Un punto de inflexión en nuestra Historia.

El Proyecto Americano estaba en marcha. Los distintos territorios se irían liberando y cada uno adheriría a la misma Declaración de Independencia como una nueva Provincia Unida de la América del Sur.

San Martín aseguró la independencia argentina y liberó Chile y Perú. Poco después, en una campaña de características semejantes, Simón Bolívar liberó Venezuela, Colombia, Ecuador -con el apoyo de tropas del Ejército de los Andes que lucharon junto a las suyas en Río Bamba-. Terminó la tarea de San Martín en Perú y luego uno de sus lugartenientes, José de Sucre, liberó el Alto Perú. La América del Sur fue finalmente libre después de las batallas de Junín y Ayacucho, en diciembre de 1824.

Pero para entonces, las semillas de la desunión y la guerra civil arrasaban medio continente. América era libre, pero estaba desunida. El Proyecto Americano alcanzó para unir a los americanos en la guerra contra España, y conquistar la independencia, pero no para unirlos en la paz y lograr el crecimiento. Esa parte del proyecto está pendiente aún.

Lo por-venir

Asumir que se quería ser libres e independientes no fue fácil. Lograrlo con trabajo y esfuerzo fue más difícil aún, implicó arriesgar la tranquilidad, los bienes y hasta la propia vida en muchos casos.

No obstante, todos los sacrificios realizados por nuestros antecesores no alcanzan para asegurar la libertad e independencia para siempre. Hay que sostener el proyecto en el tiempo. Ésa es nuestra tarea.

¿Por qué recordar a José de San Martín?

Porque fue un hombre similar a otros en algunos aspectos, pero diferente a muchos otros en sus sueños y en sus logros. Sus sueños trascendieron en gran escala a su persona y su tiempo, sus trabajos y sus logros también. Ésa es la diferencia.

Quizá su recuerdo sirva de inspiración en tiempos de desesperanza, en los que vale reafirmar y decidir lo que se quiere; en los que vale volver a soñar, proyectar y hacer la Patria.

Prof. Cristina Rins