El marketing de la desesperanza y la frustración
Curiosamente, se escucha decir con una frecuencia sorprendente que "ésta es la crisis más grave que ha tenido el país". Me pregunto: los adultos de hoy, ¿hemos olvidado otras crisis no tan lejanas? A modo de ayudamemoria, incluyo una rápida síntesis, obviando los conflictos más recientes.
Recordando algunas crisis
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1978-1982: Circular 1050 (indexación), bicicleta financiera, "plata dulce", corrupción. Inflación del 400% anual en 1982-83. Destrucción de la industria nacional, fuga de capitales. La deuda externa creció de 7.000 millones de dólares a 48.000 millones en ese período. La deuda interna ha sido parcialmente evaluada. Pérdida de la Guerra de Malvinas (muertos: estamos pagando la indemnización de guerra). 30.000 desaparecidos, desprestigio internacional. La ampliación indiscriminada de los grupos de tareas dejó una numerosa mano de obra desocupada y una modalidad delictiva cuyos efectos enfrentamos hoy en día.
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1975: "Rodrigazo", inflación desbocada, mercado negro... guerrillas peronista y trotskista, la Triple A, burocracia sindical armada, López Rega, Isabel Perón en la presidencia...
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1962: Azules y Colorados, las Fuerzas Armadas Argentinas políticamente divididas sacaron los tanques a la calle para dirimir sus diferencias... dólar fuera de control...
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1959: Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) huelgas revolucionarias, tomas de fábricas... impacto de la Revolución Cubana...
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1955: incendio de iglesias, bombardeo de Plaza de Mayo, planes de formación de milicias populares, "Revolución Libertadora", la Resistencia Peronista...
Todos estos hechos se producían en el contexto de la Guerra Fría (amenaza de holocausto nuclear), con agentes de servicios de inteligencia extranjeros actuando en nuestro país.
Sin embargo, en todo momento los argentinos tuvimos en claro quiénes eran los culpables... aunque no coincidiéramos en el diagnóstico.
Lo inédito de esta crisis
Hoy en día cualquiera de esos diagnósticos ha dejado de ser explicativo. Los supuestos no resisten el cuestionamiento más sencillo. Los argentinos estamos frente a nosotros mismos y nos damos cuenta de que así no podemos seguir.
Lentamente vamos tomando conciencia de que estamos dentro de la realidad y adentro de la crisis. La buena noticia es que hemos llegado al núcleo del problema: nosotros mismos. Los problemas se solucionan en el mismo lugar en que se generan. Si el núcleo del problema está en nosotros esto significa que tenemos el poder para solucionarlo... mediando una adecuada toma de decisiones y la implementación de acciones concretas y sostenidas.
Un punto que corresponde revisar es el discurso homogéneo: "todos son corruptos", "nada sirve", "siempre fue así y siempre va a ser igual", "este país ya no tiene remedio", etcétera.
Hay que tener la valentía de reconocer que:
a) no todos son corruptos ni los corruptos lo son en la misma medida;
b) hay acciones y conductas que no sirven y hay otras que sí: ahí radica la diferencia;
c) la Historia nos muestra que de las crisis se sale. Siempre. Cuándo y cómo depende de lo que se haga mientras duran.
Una característica de las crisis es que son opacas, no se alcanza a ver el mediano plazo, se está atrapado en el presente.
Lo cierto es que cualquier cosa que tenga el futuro va a tener adentro este presente. Lo que hacemos hoy forma parte de nuestro futuro.
¿Haciendo lo que estamos haciendo estamos yendo hacia donde queremos ir?
Superar la cultura del zapping
Hay quienes parecerían suponer que cuando no les gusta la realidad, pueden hacer zapping y cambiarla. A veces, con el ánimo de proteger a nuestros alumnos colaboramos a que tengan esa confusión. ¿Cuál es la tarea de las escuelas en este contexto? Enseñar que el esfuerzo vale, que todo lo que vale cuesta; a tolerar la frustración de la no satisfacción inmediata y fácil de los deseos, y a construir y perseverar. Los proyectos se despliegan en el tiempo, hay que poder trabajar para el mediano plazo.
¿Cambiamos la meta o la estrategia para llegar a la meta?
Si no se está yendo hacia donde se quiere ir, hay que decidir si se cambia la meta o se modifica la estrategia para llegar a la meta. Suele sorprender que muchas veces se prefiera cambiar la meta y no la estrategia, por no alterar las costumbres de lo que se hace a diario. Se opta por negociar los sueños, las esperanzas de un mundo mejor para no salir de la inercia de lo acostumbrado.
Una crisis demanda tomar decisiones y actuar. El resultado será diferente según se decida cambiar la meta o la estrategia. Cada persona cuenta y cada decisión es valiosa porque puede hacer la diferencia. No es lo mismo que uno sea parte del problema o parte de la solución.
Prof. Cristina Rins |