En nuestro artículo de Página Educativa Nº11 señalamos algunas competencias para el ser profesional docente vinculadas con el dominio del saber específico, la concepción ética, la empatía comunicacional y la autoestima.
Con respecto al dominio del saber específico o propio, se trata de alcanzar una formación profesional que permita planificar, conducir y evaluar estrategias de enseñanza promotoras del aprendizaje de los alumnos.
En este sentido, correspondería señalar dos tipos de saberes: el saber disciplinar y el saber sobre los procesos de apropiación del conocimiento. Un saber disciplinar que posibilite el adecuado abordaje de los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Un saber sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje que permita manejar un conjunto de estrategias, procedimientos, técnicas y recursos metodológicos básicos para las funciones de enseñar y aprender.
Este componente de idoneidad implica el "conocimiento de la materia como condición necesaria pero no suficiente para asegurar el aprendizaje. El impacto de la asignatura en la enseñanza depende también de otros conocimientos: teorías psicológicas, habilidades metacognitivas, conocimientos sobre técnicas y métodos de enseñanza, conocimiento del alumnado, trabajo en equipo docente... Esta visión integral de la profesionalidad docente transforma las escuelas; ya no son solamente aulas para enseñar, sino -ante todo- un entorno para aprender a enseñar" [Amarante, A.M. (2000)].
Por otra parte, debemos señalar que si bien es necesaria la formación de sólidas competencias científicas y didácticas en los docentes, también es fundamental una formación profesional con sólidas competencias éticas. Teniendo en cuenta que la actividad docente incide en forma decisiva en la formación de las personas, el componente ético deberá incluir la reflexión sobre las propias costumbres (congruencia entre el ser, el decir y el actuar). El desarrollo de todas las potencialidades de la persona (alumnos reflexivos, críticos, solidarios, autónomos) requiere de docentes que prioricen su función formativa, a la vez que contribuyen a forjar personalidades responsables, con el adecuado dimensionamiento espiritual de la creatura humana.
El educador debe poseer un saber prudencial y cualidades humanas naturales y adquiridas, cuya posesión y ejercicio le hacen lograr aquellos bienes que son propios de su práctica y cuya carencia le impide lograr dichos bienes. Estas cualidades pertenecen al campo de las virtudes, constituyen las dimensiones concretas de la virtud ética en el arte pedagógico: justicia, templanza, fortaleza, paciencia, amor a la verdad, confianza, autoridad, respeto.
Prof. Jorge Ratto
Director de EGB de la
Escuela Argentina Modelo |