Con frecuencia escuchamos hablar de: "adictos al acohol", "adictos a las drogas", "adictos al trabajo", "jugadores compulsivos", "a las tarjetas de crédito", "fumadores", "bebedores compulsivos de agua","a comidas", etc. A esta larga lista de adicciones hoy se agregan los adictos al televisor y a las computadoras. Compartimos la idea con muchos profesionales que todos estos cuadros clínicos responden a una patología: "la estructura adictiva".
Cuando consultan un padre y su hijo, el padre fumador y el hijo cocainómano, y uno le señala al padre "Ud. también es un adicto" puede escucharse una respuesta de sorpresa: "Cómo se nos ocurre comparar las dos cosas?".
Además de la estructura adictiva existe un daño inherente al tóxico. El adicto al alcohol padece de un daño adicional propio del tóxico que no ocurre con el adicto a la coca cola. La enfermedad "adicción" es la misma.
El concepto de "estructura adictiva" explica que algunas personas entran bruscamente a manifestar un cuadro adictivo sin un pasaje paulatino de exposición al tóxico. También permite comprender el porqué del pasaje de una adicción a otra, por ejemplo del alcohol a la cocaína, de adicción al trabajo al alcoholismo, etc.
Suelen subyacer a las adicciones desde lo emocional, vivencias de vacío relacionadas a carencias afectivas originadas tempranamente en el individuo, es decir a las primeras relaciones afectivas con los padres, quienes frecuentemente también fueron víctimas de situaciones psíquicas dolorosas. Muchas veces las adicciones encubren severas depresiones y dificultades de comunicación social.
Debemos diferenciar curiosidad de adicción. El curioso suele contar con una estructura familiar consistente, en tanto que detrás del adicto puede vislumbrarse la patología familiar. Una experiencia no convierte a un individuo en un adicto. Sin embargo es difícil predecir quien de un grupo de adolescentes, que por identificación grupal incurre en experiencia con tóxicos, termina desarrollando un cuadro de adicción.
Grandes aportes para el desarrollo como la televisión y las computadoras pueden también generar adicciones. En estos casos el televisor o la computadora hacen de "chupete electrónico" que sustituye la presencia familiar y el encuentro afectivo imprescindible para el desarrollo. Quizás lo más alarmante es que estas adicciones no suelen ser reconocidas como tales hasta que los individuos que las padecen logran tomar conciencia, se "quedan pegados" y esto les genera sufrimiento.
Cuando los adultos responsables son adictos sin conciencia de serlo se está frente a una dificultad adicional. Mucha gente cree que su forma de trabajar es meritoria cuando por ejemplo encubre una adicción, algo similar pasa con el happy hour diario.
Los adolescentes que tienen posibilidad de diálogo y pueden compartir sus experiencias sin temor a ser rechazados por sus padres (o figuras sustitutas: los maestros, sus profesores, el papá de un compañero, etc.) tienen menos riesgo de caer en las graves adicciones que se observan, en aquellos que por faltar una familia continente presentan esta estructura adictiva.
Las familias y establecimientos educativos, clubes, etc. que tienen la capacidad de contener adecuadamente a los adolescentes, suelen hacer un seguimiento no intrusivo que les permite acompañar las experiencias que los jóvenes transitan, disminuyendo riesgos.
Acompañar es un arte difícil que no significa ni ser permisivo, ni ser controlador o represor. En la próxima entrega nos ocuparemos del acompañamiento efectivo: la contención.
Psic. Beatriz Miramón y Psic. Gabriel Barna |