(Primera entrega sobre el tema)
Las instituciones educativas ocupan un importante papel en el desarrollo de los niños y adolescentes quienes pasan muchas horas de su vida en la escuela.
Esto sucede tanto con niños provenientes de hogares bien constituidos con familias compuestas por adultos que desempeñan adecuadamente sus roles como padres, cónyuges y que están satisfechos con sus realizaciones personales teniendo una buena elaboración de los conflictos; como con hijos de familias donde estas condiciones no se dan. En estas últimas familias el papel del docente y la escuela cobra una relevancia que puede a veces generar dificultades que se manifiestan en el terreno escolar.
El encuentro pedagógico se da en un marco afectivo compuesto por sentimientos gratos y muchas veces de desagrado. Con los niños y adolescentes provenientes de estructuras familiares problemáticas este marco afectivo tiene mayor intensidad y hasta puede desbordar a los docentes y a veces a toda la institución. Estos niños y adolescentes con situaciones personales difíciles, pueden complicar la tarea educativa del maestro quien termina convertido en un detective, obligándolo a agudizar el sentido común (una de las herramientas básicas del maestro), o en una mamá continente o en un papá que pone límites, etc.
Los psicoanalistas trabajamos un fenómeno que aparece cuando alguien establece un vínculo. Se llama transferencia. Cuando una persona se relaciona con otra va a sentir emociones similares a los que vivió con sus primeros afectos durante su infancia. En este punto puede haber un equívoco a saber: la persona que transfiere no sabe que lo que siente por el otro es una reedición de su historia y está convencida que es algo propio del otro. El otro puede entender este proceso o confundirse y entrar en la situación.
La transferencia es propia de los vínculos humanos y los docentes no escapan a ella. El mismo ámbito continente de la escuela lo facilita. Cuando los niños y adolescentes tienen situaciones familiares complicadas transfieren sobre los docentes intensas cargas afectivas y el maestro se puede convertir en un sustituto del vínculo con los padres desplegándose sobre él afecto, respeto, y las dificultades, broncas y conflictos.
Citaremos un ejemplo: Rosi tiene 6 años y es hija del segundo matrimonio de su padre quien tiene otros dos hijos. La familia es europea y hace poco se radicaron en la Argentina. Rosi va a primer grado. Es muy inteligente y realiza sin dificultad su aprendizaje. Súbitamente cambió su comportamiento en el aula y su conducta se volvió agresiva en la clase de idioma. La agresión de Rosi fue creciendo, pegaba y asustaba a los compañeros, dañaba los útiles, cantaba durante la clase, la maestra tenía que dedicar la clase a contener a Rosi y no lograba avanzar en el programa. La maestra se acercó a dirección y en tono de confidencia comunicó su preocupación porque estaba tolerando muy poco a la niña. Los directivos convocaron a los padres. En la reunión se supo que el abuelo materno quien más se ocupaba de la niña estaba muy grave. Con este abuelo ella sólo se comunicaba en su idioma natal.
Creemos que lo que permite correrse al docente de los lugares difíciles de manejar relacionado con los conflictos afectivos de los alumnos, es su sentido común y la capacidad de trabajo en equipo, en éste caso compuesto por: los directivos, padres y colegas. Con Rosi la reunión por ejemplo, permitió deducir porqué los síntomas aparecían en la clase de idioma, los múltiples significados que para la niña tenía la enfermedad del abuelo. El colegio orientó a los padres y poco a poco la conducta de Rosi mejoró. Los directivos tuvieron varias reuniones con los docentes para dar lugar a que se pudiera elaborar las dificultades en el manejo de la niña.
Psic. Beatriz Miramón y Psic. Gabriel Barna |