Los
fundamentos que no pueden faltar
Educar para la paz es promover el aprendizaje
de actitudes de respeto hacia todas las personas, de compromiso
con los semejantes y de responsabilidad por la resolución
constructiva de los conflictos.
La paz no es solamente la ausencia de la guerra
y la escuela tiene la tarea insoslayable de enseñar
hábitos que construyan la base de la no violencia para
la vida en común.
Se entiende por violencia cualquier tipo
de imposición de la voluntad de unos sobre otros ejerciendo
la fuerza verbal, psicológica o física. Por
este motivo, se torna imprescindible la enseñanza de
valores como la tolerancia y el respeto. Principios
que tienen sus raíces en una base más amplia
de sistema de valores articulados con los Derechos Humanos
y son los que conducen al desarrollo de una sociedad mundial
pacífica y democrática.
Es indudable que a los niños, a los jóvenes
y a los adultos nos invaden múltiples situaciones de
violencia cotidiana. Así también asistimos pasivamente
a la violencia emanada de las imágenes que nos llegan
a través de los medios, de los programas televisivos
y de la publicidad.
Es necesario promover en los alumnos actitudes
críticas frente a estos hechos dado que asumir la violencia
verbal, psicológica o física como algo natural
pone en peligro la posibilidad de dimensionarlos con objetividad
y revertirlos para construir un mundo mejor para todos.
En la escuela y en la sociedad se generan conflictos
porque éstos son parte de la vida. El punto crucial,
desde esta perspectiva transversal, es la manera en que enseñamos
a los alumnos a resolverlos, ya que de ello dependen sus consecuencias.
Resolver los conflictos con violencia lleva necesariamente
a la destrucción de la persona y la sociedad. Todas
las acciones que se generen desde el aula destinadas a la
educación para la paz y la no violencia deben demostrar
en los casos prácticos que la paz es una construcción
colectiva, que depende de cada uno y que las actitudes tolerantes
aportan beneficios a cada individuo en particular y en su
relación con los demás.
Tolerancia y convivencia son dos ejes
fundamentales para encarar un proyecto institucional de este
tipo. Educamos para la convivencia cuando generamos acciones
con el fin de que los alumnos aprendan a vivir juntos y a
resolver problemas de la vida cotidiana.
Educar
para la paz implica promover en los niños una actitud
crítica frente a situaciones de violencia, que los
induza a resolver constructivamente los conflictos.
Incluir estos temas en la escuela es responder
al mandato social de formar ciudadanos en un espíritu
de apertura ligado al concepto de dignidad humana, al respeto
por las personas con sus diferentes creencias, religiones,
historias, ideologías, géneros y razas.
Desde esta perspectiva, la tolerancia, la no
discriminación que conducen al la convivencia son los
puntos de partida para la construcción de una cultura
de la Paz.
Educar para la Paz como proyecto institucional
supone la participación de los docentes de todos los
ciclos y de todas las asignaturas para la Puesta en marcha
de un trabajo pensado y diseñado desde una perspectiva
didáctica. Algunos de las consideraciones para discutir
entre colegas y para tener en cuenta podrían ser las
siguientes:
-
Educar para la paz supone desarrollar
en los alumnos la visión crítica de los
propios actos, la posibilidad de asumir los errores junto
con el compromiso de reparar actitudes que no promueven
la armonía de la vida en común y la capacidad
de resolver de manera constructiva las situaciones conflictivas
con los pares y los adultos.
-
Si nos proponemos educar en la convivencia
es necesario entre otras cuestiones, promover el análisis
de modelos y valores que la sociedad en la que vivimos
nos ofrece para descubrir en ellos aspectos positivos
e imitarlos o bien para identificar aspectos negativos
y criticarlos.
-
El grupo escolar es un lugar de pertenencia
fundamental para los alumnos en el que se atraviesan momentos
que suelen ser el reflejo del contexto social. Por tal
motivo, las situaciones de la vida grupal son ideales
para comenzar la tarea de reflexión y cambio actitudinal.
Es importante para ello que los alumnos logren revisar
aquellas actitudes personales que favorecen o entorpecen
la relación con sus pares y la resolución
constructiva de los conflictos.
-
Involucrar a los alumnos en actividades
de participación real desde la escuela hacia la
comunidad favorecerá el pasaje del plano discursivo
al de la acción habiendo logrado un aprendizaje
verdaderamente significativo.
Todas
las acciones que se generen desde el aula destinadas a la
educación para la paz y la no violencia deben demostrar
en la práctica que la paz es una construcción
colectiva, que depende de cada uno y que las actitudes tolerantes
aportan beneficios a cada individuo en particular y en su
relación con los demás.
Las ideas que construimos sobre el tema
Muchas veces creemos que desde la escuela nada
puede hacerse para la Paz.
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"¿Qué querés?
Si en la casa no le enseñan".
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"Lo aprenden en la tele"
-
"Los hermanos son iguales"
-
"Si la familia no acompaña,
nosotros no podemos hacer nada"
Estas expresiones contienen parte de la verdad,
puesto que todos conocemos la influencia que ejerce el grupo
primario y el entorno inmediato en la enseñanza de
valores. No obstante, la escuela no debería renunciar
al objetivo de trabajar para promover la Paz. Los valores
y las actitudes vinculadas con ella pueden y deben ser contenidos
contenido de enseñanza.
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